Quizás no estemos muy familiarizados con el término ecobloque, pero, ojalá que, al finalizar este breve artículo, sea una palabra de uso cotidiano. La importancia del ecobloque radica en que es una especie de última línea para la disposición adecuada de los residuos, brindándonos la oportunidad de contar con materiales para la construcción que, de otro modo, habrían terminado en un relleno sanitario. Pero, antes de hablar de esto, retrocedamos un poco para comprender mejor el asunto.
¿Residuos o Basura?
Lo primero que tenemos que entender es que, al consumir cualquier cosa, producimos un residuo (incluso la mayoría de las frutas). Esto, que parece muy básico, es aún más importante. ¡Cuidado! No hablamos de basura. Este término, que tanto daño ha hecho en nuestra manera de pensar nuestra relación con el ambiente, no es más que una pésima interpretación del manejo de nuestros residuos. Es decir, estamos acostumbrados a tirar algo al “basurero” y cuando este se llena, lo sacamos a la acera y mágicamente desaparece (dejando una estela de mal olor y algunos líquidos tóxicos, tras el rastro de un sucio camión).
Sencillo… ¿cierto? No tanto. Esta práctica tiene comprometida la salud del medio ambiente y, la existencia humana tal y como la conocemos. Lo cierto del caso es que la basura como tal no existe, sino, residuos mal manejados. Es urgente que hablemos de residuos, y aprendamos la manera adecuada de disponer de ellos, ya que, cada uno tiene su particularidad y función diferente. Alguna vez habremos escuchado de Rechazar, Reducir, Reparar, Reutilizar y Reciclar (5 R’s) y es importante mencionarlo porque, es en este orden de acción que causaremos una menor huella ecológica.
Nuestra economía de consumo, empero, nos ha programado para consumir y botar, siendo que a penas una pequeñísima parte es reciclada y no de buena manera. Existen muchos productos que podemos fácilmente rechazar, como los plásticos de un solo uso. Otros, como la ropa, pueden reducirse o repararse. Los frascos de vidrio pueden ser reutilizados sin problema alguno y, finalmente, las latas de cerveza y algunos plásticos pueden reciclarse. Con estas prácticas ya estaremos contribuyendo muchísimo a la salud ambiental.
Sin embargo, existen dos cuestiones que aún quedan por fuera y son medulares: los residuos orgánicos y todos aquellos que no podemos reutilizar ni reciclar. Con respecto a los orgánicos, el compostaje surge como la mejor opción, e incluso, ya en este espacio hemos hablado sobre ello. Por eso, deseo concentrarme en ese segundo grupo de residuos tan conflictivo. Aunque lo ideal sería que pudiéramos prescindir del plástico en muchas áreas de nuestra vida, lo cierto del caso es que a veces, es difícil librarse de él: sí, podemos llevar nuestra bolsa reutilizable al supermercado, pero, igual compramos galletas, chocolates y hasta confites que vienen empacados en plásticos. Son este tipo de materiales que tiramos al basurero sin meditar mucho al respecto, creyendo que no causan daños significativos. Pero, lo cierto del caso es que la fauna y el medio ambiente lo resienten… y mucho.
Entonces ¿qué son los “ecobloques”?
Los ecobloques son una alternativa para disponer de todos aquellos residuos plásticos que no se pueden reciclar. Son “ladrillos” generados a partir de envoltorios y empaques varios, que pueden ser utilizados como materia prima. Los mejor es que los podemos fabricar en casa y, en el futuro, formarán parte de verdaderas construcciones ecológicas, dándole una segunda y duradera vida a estos materiales que hubieran envenenado las entrañas de la tierra en un relleno sanitario (siendo optimistas, esperando que no llegasen al océano y fuesen directamente ingeridos por aves o fauna marina).
¿Cómo se puede hacer un ecobloque?
Veamos entonces cómo fabricarlos. Únicamente necesitamos:
- Una botella de refresco superior a litro y medio de volumen.
- Una vara o “palito” lo suficientemente largo para empujar los materiales que vamos a introducir a la botella. Te recomendamos el Eco-Stick.
¿Listos? Veamos entonces estos sencillos pasos:
1. Primero, debemos limpiar el residuo que vayamos a meter al ecobloque. Podemos tener un pañito húmero para los más sencillos (como envoltorios de galletas o confites), y para los empaques de alimentos (como los de jamón o quesos) podemos lavarlos como si fueran platos. Esto es vital, ya que los residuos de comida pueden atraer insectos o incluso, comprometer la integridad del ecobloque.
2. Seguidamente, podemos designar un lugar para ponerlos a secar. Es clave que todos los residuos estén limpios y secos antes de ser utilizados.
3. Para mayor practicidad, podemos recortarlos en pequeños pedazos. Esto es especialmente útil cuando se trata de plásticos duros, como los empaques de baterías. Así, podemos introducirlos en la apertura de la botella sin problema y los podremos compactar más fácilmente.
4. Una vez listo el residuo, lo introducimos a la botella y lo compactamos con el palo que vayamos a utilizar. Es importante que la base vaya quedando sólida y apretada. Muchas veces, puede creerse que ya está lleno, pero nos podríamos sorprender de la cantidad de residuos que le caben.
5. ¿Cómo saber cuándo está listo? Es la parte divertida del proceso. La botella tiene que estar lo suficientemente compactada y dura como para resistir el peso de una persona. Si te paras sobre ella y se hunde, quiere decir que tu ecobloque aún puede recibir más residuos. ¡Hasta que pase esta prueba estará listo!
6. No debemos introducir materiales que puedan resultar peligrosos o infecciosos, como jeringas.
Antes de concluir, dos asuntos muy puntuales:
1. Una vez listo, ¿qué hacer con el ecobloque? En primer lugar, aquí juega la creatividad, si consideras que puedes fabricar muebles o te sirve de algo en el hogar, ¡adelante! Esa es la idea. Sin embargo, algunas personas (en cuyo grupo me incluyo) no somos muy habilidosos para las manualidades. Lo mejor es buscar un punto de acopio donde se les pueda dar un buen uso. @bosqueplasticocr es uno de estos lugares en Costa Rica, y transforma ecobloques en madera plástica para fabricar bancas, contenedores de residuos, mesas y toda clase de cosas que luego podrán adornar parques y zonas públicas. Es algo maravilloso, lo que iba a ser basura se transforma en materia prima para la construcción. Si no sabés dónde llevarlos, nuestros amigxs de Apoyando el Futuro los reciben en San Rafael de Heredia, simplemente pones APOFU en waze, tienen una ventanilla 24/7 para dejar ahi los ecobloques.
2. Una reflexión final, probablemente te parezca mucho trabajo todo esto. Pero, míralo como una oportunidad para cuestionar tus hábitos de consumo. Muchos de estos residuos pudieran haber sido evitados a la hora de realizar las compras. Mientras llenamos nuestro ecobloque pensemos cómo podríamos generar menos, después de todo esta es la última oportunidad de evitar que todas estas cosas terminen contaminando el ambiente. Personalmente, le he tomado el gusto y es un tiempo en el que aprovecho para meditar sobre mis acciones y ser un consumidor cada vez más responsable.
El que llegaras hasta aquí es un indicador de que te interesa aportar tu parte en la lucha para un ambiente sano, gracias por ello y por formar parte de esta comunidad de personas con ese mismo objetivo. Namasté.
4 comentarios
He empezado a hacer mis ecobloques… Y que lindo mensaje. Comparto su opinión… Podemos hacer más cada día por nuestro planeta.
Gracias por alentarnos a hacer las cosas bien e instruirnos sobre los ecobloques.
Hace un par de meses tuve una discusión sobre los ecobloques y me hicieron observación muy válida que quiero compartir: busquen por favor gente responsable que trabaje con los bloques, como por ejemplo: @bosqueplasticocr. Esto debido a que pueden haber personas que malinterpreten el termino «construcción» y que piensen construir una casa con estos ladrillos (como ya se hace en algunos países), lo que no es posible debido al código sísmico que posee CostaRica (o no todavía).
Por tanto, hay que asegurarse donde van a parar nuestros residuos y quien y cómo los están utilizando.
Excelente blog. Muy de acuerdo con la idea que mencionas sobre la forma en que, al hacer nuestro propio ecobloque (además de contribuir con el ambiente), podemos meditar y ser conscientes de una manera muy sencilla sobre la cantidad de residuos que generamos.
Al hacer un ecobloque, nos damos cuenta a nivel personal, que podemos y debemos ir cambiando nuestro «chip» como consumidores, tan sólo un ejemplo, preferir comprar una jalea en vidrio en lugar de aquellas que vienen en empaque plástico. Pensar en que ese recipiente de vidrio, será luego útil en nuestra casa ya sea como un vaso, o un recipiente para guardar frutas o residuos de comida en la nevera. El vidrio, además, se puede reciclar en su totalidad, al 100%, un ejemplo perfecto de sostenibilidad y de economía circular. Detalles que debemos analizar como consumidores, elegir bien para generar cada vez menos residuos.
Me gustaría agregar acá el poder que tenemos (en este caso los lectores y amantes de la naturaleza) de compartir este conocimiento: llevémos esta práctica de hacer eco-bloques a nuestra casa, a nuestro lugar de trabajo, al lugar donde entrenamos o estudiamos. He notado que aquellos eco-bloques que se hacen en comunidad no sólo van llenísimos de residuos que no podemos reciclar, sino que también van llenísimos de amor, paciencia, trabajo en equipo, consciencia, perseverancia, apoyo, buenos ratos compartidos y crecimiento mutuo.
Gracias CSP por su bello objetivo y trabajo diario.
Gracias por el blog, hace meses que lo había leído y aprendí como realizar mis ecobloques. Desde entonces los hago como actividad recreativa y he disminuido demasiado los residuos en casa. He entregado varios en la fundación que mencionan y otros los he usado para hacer cosas creativas en casa.
Genial! Ya tengo guardados empaques de dos meses y hoy relleno mi primer ecobloque