Quizás muchas personas hayan escuchado acerca de Rob Greenfield, un activista estadounidense de reputada fama a nivel mundial. También habrá a quienes no les suene de nada. Sin embargo, considero que esta breve reflexión es para ambos tipos de personas.
Hace aproximadamente dos años conocí a Rob. Y a pesar de que no fue un encuentro personal (tuve la suerte de atender a una de sus conferencias) su personalidad genuina hizo que se sintiera de ese modo. Pero, antes de continuar, creo conveniente una breve presentación.
Considero que la mejor manera de conocer a alguien es a través de sus obras. Por eso, voy a contar un poco acerca de todo lo que ha conseguido, y aquello que lo ha llevado a ser reconocido como un referente del ambientalismo y la Justicia Social.
Quién es
Rob se define a sí mismo como un activista humanitario dedicado a liderar el camino hacia un mundo más sostenible, justo e igualitario. Dona el 100% de sus ganancias a organizaciones comunales dedicadas a hacer la diferencia en el mundo y se ha ganado una reputación como personaje influyente basado en sus radicales (y en cierta manera, sencillos) proyectos ambientales.
Realmente vive el cambio que le gustaría ver en el mundo. Y nos motiva a creer en el poder de los individuos; pero, especialmente, en el poder de las comunidades. Personalmente, como uno de los cofundadores de Compra Sin Plástico, esta filosofía resuena profundamente en mi interior, ya que considero que entre más personas se sumen a este cambio y decidan que realmente desean un mundo más sostenible, más cerca estaremos de un nuevo paradigma.
Sus proyectos
Antes de hablar sobre el día en que lo conocí en particular, me parece importante mencionar algunos de sus proyectos, ya que considero que este tipo de acciones deben resaltarse siempre que se tenga la oportunidad.
La alimentación es uno de los temas que más le interesan a Rob. Y esto es algo que parece natural, es la cuestión más básica para una vida saludable. Durante un año calendario, Rob cultivó el 100% de la comida que consumió, demostrando la importancia de las huertas comunitarias y una dieta balanceada. Esto implicó no visitar bares, supermercados, restaurantes o despensas durante ese período. Y su buena salud dio fe de que, no solo es posible, sino recomendable cultivar nuestra comida y alcanzar la seguridad y libertad alimentaria. Algunos episodios post pandemia, como por ejemplo la crisis de contenedores y los cierres de fronteras, le han dado la razón en este sentido. Tan solo imaginemos nuestras ciudades cubiertas de árboles frutales y plantas comestibles…
Continuando con el tema de la comida, Rob también llamó nuestra atención sobre los desperdicios.
Particularmente todos los productos en buen estado que tiran a la basura las grandes cadenas de supermercados. Un dato impactante al respecto es que el 50% de toda la comida producida en Estados Unidos, se desperdicia. Y para demostrar que la comida estaba en perfectas condiciones, Rob Greenfield se alimentó de los basureros de los supermercados y hasta organizó festines para más de mil personas. De este modo, logró demostrar la importancia de consumir nuestros alimentos y evitar la fuerte contradicción entre la enorme cantidad de desperdicios alimentarios y los millones de personas en el mundo que no saben de dónde vendrá su próxima comida.
El grave problema de la basura y los residuos.
Este es un tema al que le dedicamos muchos recursos en Compra Sin Plástico. Y es que cuando visitamos playas infestadas de plásticos, no nos queda otra opción más que hablarle a las personas de la importancia de reducir nuestros residuos.
Existe una cultura de “out of sight, out of mind”, que más o menos implica que no pensamos sobre lo que no vemos. Y eso es justamente lo que pasa con la basura. Una persona promedio en Estados Unidos genera 4.5 libras de basura. Y durante 30 días Rob Greenfield vivió de esta forma, con una diferencia medular: en lugar de tirar todos sus residuos a la basura, los añadió a bolsas que portaba consigo como un traje. Evidentemente, esto dejó una curiosa imagen que vale la pena ver, especialmente para reflexionar sobre todos los residuos que estamos generando y enviando directamente a un relleno sanitario sin pensar en las graves consecuencias de tales actos.
En síntesis, muchos de los proyectos de Rob Greenfield van encaminados a hacernos ver (de una forma extrema) que es posible vivir de manera simple y sostenible. Que la sociedad en la que vivimos no es la única manera de relacionarnos, entre nosotros como especie, y con el resto de la naturaleza y, en suma, que es posible hacer el cambio, que nuestras acciones importan y que una persona puede crear un gran impacto en la vida de las demás.
Por qué les cuento todo esto
A pesar de haber alcanzado una buena cuota de celebridad, con más de 179k seguidores en IG, casi un millón de seguidores en FB y haber sido objeto de reportajes por parte de periódicos de todo el mundo como LA Times, Telemundo, Discovery Channel, France 2, entre otros, lo que más me impresionó al conocer a Rob, fue su sencillez y su cercanía.
En un copado auditorio de la Universidad Véritas, el 3 de marzo de 2020 (poco antes de los cierres obligatorios de la Pandemia), en un elegante evento, apareció entre el público con su pantaloneta de siempre y su tradicional camiseta verde, descalzo y con una sonrisa iluminada, Rob. Con un poco de temor me acerqué a saludarle extendiendo mi mano y Rob me recibió con un abrazo como si me conociera de toda la vida. El mismo abrazo que le dió a todas las personas que se congregaron a su alrededor.
Nuestra sociedad nos ha aislado
No me refiero a las distintas medidas sanitarias (las cuales espero que logren superarse en un futuro cercano), sino en cuanto a cómo percibimos a otros seres humanos, nuestros hermanos y hermanas en este mundo. Rob no me conocía, ni a muchas de las personas que se acercaron para escucharlo hablar sobre sostenibilidad durante ese día, pero le bastaba saber que estábamos juntos en esta gran barca que llamamos Planeta Tierra.
Esta sensación de cercanía me recordó un saludo de un chamán maya al que conocí en México una vez, que más o menos decía que pasara lo que pasara, quién quiera que fuésemos, estaríamos siempre bajo el mismo sol y bajo la misma luna. Y en ese sentido, seríamos hermanos.
Al margen de todos los grandiosos proyectos de este inspirador ambientalista, me quedo con eso: el amor incondicional hacia la humanidad como el acto de amor supremo hacia uno mismo. Que cada una de nuestras acciones sea guiada por este amor y esa sinceridad de corazón, el resto vendrá por añadidura. Y si algo pueden llevarse de esta anécdota, que sea la importancia de nuestras decisiones y el efecto que tienen para el resto del mundo. Cada acción cuenta.
- Traducción libre del texto: “Rob Greenfield is an activist humanitarian, dedicated to leading the way to a more sustainable, just and equal world.” Visto en su web: www.robgreenfield.org
Un comentario
«[…] el amor incondicional hacia la humanidad como el acto de amor supremo hacia uno mismo.» Gracias por el mensaje tan sincero y genuino. Una lectura que nos llena de esperanza y nos hace creer aún más en el poder de nuestras acciones diarias, buscando siempre el bien común. 🔝